jueves, 17 de noviembre de 2011

No dejes para diciembre, la Navidad de noviembre


No dejes para diciembre, la Navidad de noviembre

Por Lucano Divina el 17 de Noviembre 2011 9:59 PM
Diciembre pronto será un mes de 365 días, fruto de una campaña imperialista de Santa Claus -también conocido por los aliases de 'Papá Noel', 'San Nicolás', 'Colacho' y 'Viejito Pascuero'-. Por eso ya no extraña que noviembre sea decorado con lucecitas titilantes al ritmo de Jingle Bells; villancico que se repite inmisericordemente una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.

Y en un futuro cercano, muy cercano, octubre abandonará el naranja y negro, a cambio del rojo y verde; julio será el mes de Papá Noel y mayo el de Mamá Noel; marzo -otras veces abril- celebrará la Semana Santa Claus; hasta febrero dotará a Cupido de un nuevo veneno, cuyos flechazos enamorarán a todo Grinch del Espíritu de la Navidad...

Santa Claus viene cocinando dicho monopolio, desde que su campaña política logró posicionar el mensaje que sus visitas anuales las hace entrando por las chimeneas -o por las ventanas en países sin nieve-, cuando siempre lo ha hecho por la televisión, por las películas donde algún ingenuo 'salva la Navidad', por los villancicos de Luis Miguel, por el desempleado con barba de algodón en los centros comerciales, por los muñecos que lucen ropa invernal inclusive en el desierto, por el tío barrigón que no le critican sus kilos de más cuando se disfraza en nochebuena y por el Jo-Jo-Jo, entre muchas otras cosas.


No dejes para diciembre, la Navidad de noviembre

Pero, ¿cuándo se convirtió en una personalidad tan poderosa, capaz de arrebatarle la importancia a noviembre? ¿Quizá cuando despidió a los duendes y contrató mano de obra esclava Made in China para fabricar los juguetes? ¿Quizá cuando se convirtió en el primer Gran Hermano que vigila, a través de un telescopio mágico, el comportamiento de los niños? ¿Quizá cuando se alió con los cumpleañeros de diciembre, para que los novembrinos compartan la tragedia de recibir regalos 'fusionados'? ¿Quizá noviembre nunca fue importante, dado que la única celebración medio relevante, la Fiesta de Todos los Santos, es como Halloween pero sin dulces y sin sexy-disfraces?

El primer pilar de su innegable poderío se encuentra en una estrategia populista, muy criticada por la prensa independiente pero que siempre da buenos réditos en las votaciones: prometer lo imposible, sin justificarlo. De tal forma, cada diciembre y ahora también cada noviembre se levantan avisos luminosos con mensajes tipo 'Paz para todos', 'Próspero Año Nuevo' y/o 'La Navidad es Amor'; propagando la sensación que solo en esa temporada se logra armonía, abundancia y felicidad.  

Solo en Navidad las tropas alemanas y británicas, durante la Primera Guerra Mundial, hicieron un alto al fuego, decoraron sus trincheras y cantaron Noche de Paz -aunque a la mañana siguiente ya se estaban disparando de nuevo-. Solo en Navidad enemigas viscerales como la nuera y la suegra, se dan regalos mutuamente -aunque a la mañana siguiente también se disparan de nuevo-. Solo en Navidad... ese es el discurso, para extenderla aún más.

Y el segundo y más importante pilar que explica la influencia de Santa Claus, radica en una antigua alianza con Coca-Cola. Antes, el gordito del Polo Norte era señalado como comunista, porque vestía siempre de rojo; y también era señalado como una amenaza terrorista, porque piloteaba un trineo volador que no tenía matrícula. Pero después del jugoso acuerdo con la bebida, el anciano sin jubilación se convirtió en la chispa de la vida de la Navidad; a través de un multimillonario batallón publicitario para sentir de verdad, le robó el protagonismo a Jesucristo Súper Estrella.

Acto seguido las demás empresas, año tras año, se han ido uniendo a financiar la candidatura de Santa Claus a la presidencia mundial. El mundo corporativo aboga por el liderazgo espiritual del gordito del Polo Norte, porque ha logrado que el templo más visitado en Navidad tenga forma de centro comercial; lugar de multitudinarias congregaciones de feligreses que ofrecen como sacrificio el pagar extra, por aquello que hace unos días se vendía más barato. El año entero dichos devotos se quejan del precio de la gasolina, matrículas, pasajes aéreos, ropa, restaurantes, juguetes y demás etcéteras, pero en Navidad no le ven problema a salir de compras en el momento que son más costosos esos y todos los productos.

Pero, ¿por qué lo hace? ¿Por qué Santa Claus lleva las riendas de esta ambiciosa campaña de lucecitas titilantes? La respuesta es contundente y sutil: venganza. Dado que la humanidad ha estado derritiendo su hogar en el Polo Norte -gracias al calentamiento global y a la indiferencia-, él devuelve la atención con el siguiente regalito: Más temporada gastideña para incrementar el apetito voraz por más y más cosas, pero con el mismo salario y las mismas vacaciones.

Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje.


Lucano Divina
Comandante en Jefe de Amigos de lo Salvaje-EA
Selvas de Sur América, noviembre 17 de 2011
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