jueves, 3 de noviembre de 2011

De delicuente a poeta


Relato del joven que cambió su vida de delincuencia por la poesía


Camilo, de 22 años, busca con su trabajo evitar que otros ingresen al mundo del delito y la cárcel.

Poeta argentino
Hurgar en su pasado aún latente no incomoda a Camilo Blajaquis, el joven poeta de Villa Gardel en Argentina. Sabe que es necesario hacerlo para entender el camino que transitó en el último tiempo; ese que lo define hoy como un ex pibe chorro (ladrón) que se animó a reinventarse. (Acá su página personal de poésías)

Con silencios, por momentos prolongados, reconstruye los matices que tiñeron una infancia y una adolescencia marcadas por un contexto influyente, según dice. Pero no reniega de esos años que algunos asocian con la mejor etapa de la vida y que para él significaron conocer de cerca el sabor amargo que bordea al delito o ver "cuadriculado" el sol a través de la pequeña ventana de un instituto de menores.

Y no lo hace porque cree que las cicatrices que acusa su cuerpo -producto de tiroteos y persecuciones entre la policía y "los pibes" del barrio- sembraron alternativas y cambios que empieza lentamente a disfrutar de la mano de la libertad.

Pese a su corta edad -tiene sólo 22 años-, lleva a cuestas la experiencia que brinda haber transitado por dos institutos de menores y cuatro penales. Un secuestro que lo llevó a pasar los últimos cinco años tras las rejas, relata, fue la culminación de esa aventura.

De cara al delito
Mira sin ver, perdido en sus pensamientos, cuando se le pregunta qué sentía cuando salía a robar y hasta dónde cree que era consciente de todo eso. "Lo hacía porque lo hacía. Iba a buscar plata, como todos los pibes. Te puedo asegurar que ninguno lo hace por placer", contesta. Y reflexiona: "El que roba también es una víctima, no un monstruo como se lo suele mostrar".

Inevitablemente, la charla vuelve al principio de esta historia, al hogar y al juego, al guiso y la ranchada. También al barrio, testigo de ese grupo de amigos que un día dejó de jugar y salió al mundo "a robar".

"Empezás por giladas (bobadas), como se dice, para después ir creciendo en la profesionalización del delito. Primero robás un estéreo y después terminás con el auto entero. O empezás con algo que ves en una casa y te metés a robar la casa", desliza en voz alta. "Y con mucho dolor vas viendo pibes que caen presos o amigos que mueren... la cara de una sociedad que odia al pibe de la villa", lamenta al recordar esos colores y sonidos asociados a momentos difíciles que intenta comprender tomando distancia.

Otra vida, nuevos proyectos
Es que al salir de la cárcel, Camilo decidió no aferrarse al pasado y proyectarse a futuro, pese a seguir viviendo en el mismo lugar y codearse con la misma gente. Él prefiere hablar de una metamorfosis, que comenzó estando encerrado y se potenció al salir con la ayuda de Patricio, un profesor de magia cuyos libros le hicieron pensar que podía borrar el costado negativo de esa etapa y empezar de cero.

"Hoy estoy en otra frecuencia y lucho a través de mis escritos por que eso crezca y cada vez más pibes (jóvenes) puedan cambiar ese ritmo de vida cruel y violento que no lleva a otro lugar que a la cárcel o al cementerio a una edad muy temprana", insiste.

Reitera una y otra vez que ese es el objetivo de "su lucha", aunque reconoce que sabe que no tiene el poder de lograr que otro cambie: "Sólo transmito lo que aprendí para que los más chicos no tengan que pasar por una cárcel". Lo único que lo anima (y lo ayuda a seguir) es, tal vez, observar desde lejos su propio rescate: "Yo pude y era un pibe chorro (joven ladrón) más".

"Me animé a rescatarme y a interpelar a la sociedad, a sentir amor y no odiar al servicio penitenciario. A los pibes les cuesto esto... desprenderse de la pose del chorro. Prefieren quedarse sin hacer nada y ahorrarse muchas de las preguntas que me hago todos los días para no ser la figurita del tumbero*", confiesa.
Un mundo paralelo. Camilo, como le sucede a otras personas, encontró en las letras y en la filosofía la salida que buscaba para purgarse de aquellos fantasmas que prefiere olvidar.
El vio en Patricio ese puente que le faltaba para liberarse estando encerrado. Y se define por eso como "un sobreviviente" elegido por el azar.
Inspirado en autores como Foucault, Hume, Heidegger y Feinmann del campo de la filosofía, y Bradbury, Poe, Artl, Walsh y Girondo del de las letras, Camilo dedicó los últimos años a escribir. Producto de esa inversión, publicó su primer libro de poesías, La venganza del cordero atado , y se encuentra próximo a lanzar el segundo, Crónica de una libertad condicional.

Además, coordina actualmente el armado de una revista, Todo piola , que se convirtió en un verdadero espacio de debate y de reflexión en el barrio de Flores, y cursa el CBC de la carrera de Filosofía de la UBA para seguir aprendiendo.

En pocos meses, tendrá que dividir su pasión por este mundo paralelo e imaginario, con el estreno de un nuevo rol: ser papá de una bebe.

Por Valeria Vera / LA NACION (GDA-ARGENTINA)

* Léxico utilizado en las cárceles argentinas para comunicarse entre los reclusos y así despistar a los policías)

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